El hecho de cruzar los dedos lo hacemos de forma habitual
cuando queremos que algo nos salga bien. Para atraer así la buena suerte en
nuestro propósito. Es un gesto que se viene realizando desde hace miles de
años.
Los mitos y las supersticiones han acompañado a la humanidad
desde el principio de la historia. La razón, es que el hombre siempre ha
buscado y buscará motivos y respuestas en su entorno.
Los arqueólogos sitúan las primeras supersticiones hace
230.000 años, en la época del hombre de Neanderthal.
Desde los primeros
cristianos, se asocia al hecho de cruzar los dedos la intención de representar
una cruz que aleja a la mala suerte y así protegernos con ella.
En los inicios del cristianismo se creía que, si escondían
el dedo pulgar debajo de los otros, los fantasmas y malos espíritus se
alejarían.
Actualmente está considerada una señal de buen augurio en
prácticamente todo el mundo. Aunque es cierto que, en las culturas budista y
musulmana, no es muy usual. De ahí que esta superstición esté vinculada con la
religión cristiana.
Hay otros estudios de la antropología que creen que su
origen es incluso más antiguo. Lo asocian a una costumbre pagana.
El cruzar los dedos también significaba desear suerte a otra
persona. De ahí la frase: “Cruza los dedos para darme suerte”.
Hoy somos millones de personas las que continuamos haciendo
este gesto sin pensar, es un signo para atraer a la suerte en lenguaje
universal. Es posible que porque el
simple hecho de cruzar los dedos desenado la buena suerte nos haga sentir más
seguros de nosotros mismos mientras esperamos que ocurra lo que tan
ansiosamente deseamos.
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