Decía la tradición que el séptimo hijo varón nacido de un
matrimonio que sólo hubiese engendrado varones era un saludador, de dar salud a
través de su aliento, su saliva, lo saludadores curaban todo tipo de
enfermedades, si bien eran expertos en la rabia, una enfermedad terrible y
letal hasta que a finales del siglo XIX, Pasteur consiguió desarrollar la
vacuna que acababa con una muerte entre tremendos sufrimientos.
Pero saludador era también conocer de brujas, hombres que
con sólo mirar a los ojos, eran capaces de descubrir la hechicería que decían,
se escondía tras ellos. Brujas aliadas de Satanás, responsables de las muertes
y enfermedades de niños, adultos y perdidas de ganado y cosechas.
Los saludadores debían los efectos miríficos de su saliva a
una marca que presentaban en su paladar, la rueda de Santa Catalina. Se decían
familiares de Santa Catalina, la santa egipcia que fue martirizada en el siglo
II por el emperador Majencio, por ser inteligente e instruida y disputar
saberes con eminentes sabios hombres, con una rueda recubierta de afiladas
cuchillas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario