lunes, 6 de enero de 2020

LA FÁBULA DE LOS SENTIMIENTOS

Estos días han sido fechas muy señaladas, donde muchos sentimientos salen a flor de piel por lo que es dificil controlarlos.

Hoy os traemos una fábula, en especial la de los sentimientos.

Cuenta la leyenda que hace muchísimo tiempo, en algún lugar de este mundo se reunieron todos los sentimientos y cualidades de los hombres.

El aburrimiento solo bostezaba, entonces la locura propuso:

¿Jugamos al escondite?

La intriga frunció el ceño y la curiosidad preguntó:

¿Al escondite? ¿Y cómo se juega a eso?

Es un juego (explicó la locura) yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón mientras os escondéis. Cuando termine de contar, al primero que encuentre, le tocará contar.

El entusiasmo pasó a un segundo plano por la euforia. La alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la duda, la cual estaba indecisa, e incluso a la apatía a la que nunca le interesaba nada.

Pero no todos quisieron participar. La verdad se negó a esconderse; ¿Para qué? Tenía muy claro que al final siempre la encontraban.

La soberbia opinó que era un juego muy tonto y la cobardía prefirió no arriesgarse…

Uno, dos, tres… comenzó a contar la locura.

La primera en esconderse fue la pereza, que se dejó caer tras la primera piedra del camino.

La fe subió al cielo, y la envidia se escondió detrás de la sombra del triunfo, que estaba en el árbol más alto.

La generosidad casi no alcanzaba a esconderse; cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos.

El egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo… eso sí, sólo para él.

La mentira se escondió en el fondo de los océanos (en realidad se escondió detrás del arco iris…), y la pasión y el deseo en el centro de los volcanes.

El olvido, el olvido… Uy, no recuerdo dónde se escondió el olvido.

Cuando la locura contaba 999999 el amor aún no había encontrado un sitio para esconderse pues todo estaba ocupado, hasta que divisó un rosal y, enternecido decidió esconderse entre sus flores.

¡Un millón! (contó la locura y comenzó a buscar)

La primera en aparecer fue la pereza, sólo a tres pasos de la piedra. Después escuchó a la FE discutiendo con Dios en el cielo sobre zoología, y a la pasión y al deseo los sintió en el vibrar de los volcanes.

En un descuido encontró a la envidia, y claro, pudo deducir donde estaba el triunfo. Al egoísmo no tuvo ni que buscarlo; él solito salió desesperado de su escondite que había resultado ser un nido de avispas.

De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la belleza.

Con la duda resulto más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún en qué lado esconderse.

Así fue encontrando a todos: el talento entre la hierba fresca, la angustia en una oscura cueva, la mentira detrás del arco-iris., y hasta el olvido, al que ya se le había olvidado que estaba jugando al escondite.

Pero solo el amor no aparecía por ningún sitio.

La locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas y, cuando estaba a punto de darse por vencida, divisó un rosal y las rosas…

Tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido en los ojos al amor, la locura no sabía qué hacer para disculparse; lloró, rogó, imploró, pidió perdón, y hasta prometió ser su lazarillo.

Desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la tierra, EL AMOR ES CIEGO, Y LA LOCURA SIEMPRE, SIEMPRE, LE ACOMPAÑA.

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